La traición sólo puede venir de quién confías. Creer en una
mirada coloreada, sin ver reflejadas en sus ojos esas conocidas
manos acercándose por la espalda. Ahora, comparable al
causado por 17 puñaladas, el dolor también es sabor.
Pedro Sánchez era el heredero de una dinastía centenaria.
Durante los últimos 137 años, su gente había participado en los
acontecimientos más importantes del país. El pasado mes de
septiembre, su propia familia lo decapitó. Luego sus hermanos
envolvieron su cabeza en el único símbolo de izquierdas que aún
quedaba de su casa, un gran estandarte rojo.
Fue
el primero y único líder elegido por la militancia. Pero esto no es
suficiente crédito para algunos barones psocialistas,
que han preferido adelantar al militante por la derecha. Posibles
contactos entre Sánchez
con
Iglesias
y líderes de los territorios independentistas, podrían ser el
motivo de la muerte de Sánchez.
Tras el crimen, queda eliminada la posibilidad de pactos entre
izquierdas e independientes.
La
dirigida y provisional cabeza psocialista
justifica
la abstención ideando una falsa y única realidad, basada en sólo
dos opciones: abstención o elecciones. La idea es elegir la menos
mala de las dos respuestas, planteadas como inevitables. Falso,
eliminar a Sánchez
no presenta una dicotomía irremediable para el país. Pero sí lo
hace dentro del PSOE,
ya que son ellos mismos quienes plantean este binomio renunciando a
otras vías alternativas. El pésimo maquillaje de la realidad hace
claramente visible el verdadero rostro de la abstención, un SÍ a
Mariano Rajoy
y a la política antisocial del PP.
De
Pessoa
al Psoe:
“...este momento
en que sosegadamente no creemos en nada, paganos inocentes de la
decadencia”