Cristina Cifuentes me recuerda al boxeador Julio
César Chávez, gran campeón mundial. Su apodo era “Mandíbula de granito”, ya
que era capaz de aguantar numerosos golpes en esa parte de su cuerpo asalto
tras asalto sin caer. La diferencia es que al final Chávez ganaba siempre.
Pero, en defensa de Cristina, el boxeador mexicano jamás recibió golpes
desde su propia esquina. El robo de dos “cremas
de belleza” en un hipermercado ha sido el golpe en la mandíbula que ha
tumbado a la lona a Cifuentes. Lo que no ha podido la ética, ha podido
la estética.
Cifuentes no es la primera “trapisondista” que dimite por mentir en su currículo. Fue el “falaz” Juan Merlo, de Podemos en Galicia. Tuvo la
desgracia de titular por error como ingeniero. Aunque la mayoría admite haber
mentido, hasta hoy tan solo ellos dos han dimitido.
De la cúpula del PP el “engañoso” Pablo Casado tuvo la habilidad de un “tahúr” al convertir un curso de cuatro
días en Aravaca (Madrid) en un posgrado de la Universidad de Harvard.
La “artera” alcaldesa de Santander Gema Igual, del PP, creyó que con solo ir al cole
obtendría el título de Diplomada en Magisterio.
Y… ¿por qué conformarse con ser
un simple ingeniero pudiendo presumir de doctor? Como hizo el “tramposo” Miguel Gutiérrez, también
del PP.
Más “cuco” fue Tony Cantó de Ciudadanos, que jamás dijo que era titulado sino simplemente pedagogo.
¿Será pediatra porque les daba la medicina a sus hijos cuando estaban enfermos?
O quizás, acuda al actual Secretario de Estado de Empleo y Seguridad Social Tomás
Burgos del PP, tuvo en su currículo oficial un espacio para
su inexistente licenciatura de Medicina. En el caso de que el “farsante” Dr. Burgos no fuera un
médico competente, Cantó podría pedir ayuda legal a su compañero de
partido el licenciado en Derecho César Zafra,
que admite haber ejercido la abogacía sin contrato y haber cobrado en dinero negro. Ilegalidad y abogacía, póngale usted mismo el adjetivo.
El colmo de un matemático,
como es el caso del “falsario” José Manuel
Franco del PSOE, es tener
un error de cálculo sumando a su currículo la licenciatura de Matemáticas sin
tenerla. Dos mejor que una debió pensar la vicepresidenta del grupo socialista
del Parlamento Europeo. La “trolera” Elena
Valenciano asistió a clases en dos licenciaturas, la de Derecho y la de Ciencias
Políticas. No necesitó titularse en ninguna para ponerlas en su currículo y triunfar en la vida.
La mentira siempre busca un
rincón y lo ha encontrado en la política española. Estos solo son algunos ejemplos
de políticos “embusteros” que nos
representan, pero hay más “liantes”
en el gremio que de momento andan con muletas. “La mentira es como una mancha de aceite: siempre deja huella”,
decía Napoleón. Y sin pensar que
habría tanto que pescar, Shakespeare escribió: “Con el cebo de una
mentira se pesca una carpa de verdad”.
Este país es
abundante en “fariseos” y “felones”. Pero es rico en una cosa, en
el lenguaje. En castellano existe numerosos sinónimos de “mentiroso”. También
lo es en el refranero español, el cual dedica varios de ellos a la mentira. Sin
embargo, por la actualidad de su reflexión y no por mi simpatía al personaje,
terminaré citando a Otto Von Bismarck .
“Nunca se miente más que después de una
cacería, durante una guerra y antes de las elecciones”.
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