Al cruzar la calle se encontró con un desconocido. Abrió más los ojos y sonriendo le gritó: !! Feliz año nuevo !! Luego, bajó su mano derecha y la volvió a meter en el bolsillo. Su amplia sonrisa se fue disipando lentamente a medida que se alejaba. Y en ese pequeño espacio de tiempo uno de los dos desconocidos pensó:
¿ Feliz ?... si no voy al paro. Si no
soy un desahuciado, emigrante o refugiado. Si no soy uno de esos que
no tienen para pagar los estudios. Si no me muero en un pasillo de un
hospital público. Si no soy un jubilado que cobra una miserable
pensión. Feliz, si no pienso en políticos y corrupción,
nacionalistas o independentistas. Y sobre calentamientos del planeta,
guerras, terrorismos y hambrunas, es mejor no volver a oír palabra
alguna. Y entonces sí.
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