jueves, 29 de octubre de 2015

PULGAR VERSUS CÓRNEA


De todas las cosas que hago, además mal, sin duda la escritura es la más atrevida. Soy un atrevido por escribir. Si desde pequeño soñé, y planeé,  ser dibujante y más tarde fotógrafo, fue porque en mí existía la intensión de serlo. Pero con la escritura jamás he tenido pretensión alguna.

Pista rápida para pensamientos e ideas, adelantándose mis temblorosos dedos sobre el teclado quemado para atreverme a esta desnudez. Tal desnudez  no existe en lo plástico. Sí que existe el desnudo, pero no tan directo, tan concreto. ¿Qué puede haber más explícito que un texto? Puede llegar a ser más pornográfico que cualquier imagen dibujada, fotografiada, filmada o grabada.

Mi primera fotografía fue un desnudo. Un autorretrato en blanco y negro. De cuerpo entero y totalmente de frente, con una gran pajarita sobre mi pubis que luego colorearía de amarillo. En esa época ni sospechábamos de los ceros y los unos, éramos analógicos. Yo tenía 17 años y junto a mis compañeros de la Escuela de Arte empezábamos a conocer la fotografía. En poco más de veinte metros cuadrados y acompañados tan solo de dos focos de luz continua, realizábamos nuestras imágenes de estudio. Y allí estaba yo, de frente desnudo ante la cámara pensando que si mi primera foto era esa, no tendría que esconder nada. Ya lo habría mostrado todo de alguna manera. Sin embargo, aunque encuadráramos en la fotografía un detalle de mi sexo no llegaría a desnudarme tanto como lo que pudiera conseguir con un texto.

Gustar a todos no sólo es imposible, sino que pensar lo contrario sería estúpidamente pretencioso. Pero callar sería morir en vida. Ciertas políticas europeas destinadas a limitar derechos civiles y legales a los ciudadanos demuestran la clara intención de algunos gobiernos por callar bocas. Diferir es inevitablemente bueno, pero para ello se ha de dejar hablar a todos. Lo siguiente es simplemente respetar al otro en su diferencia, y no tergiversar las palabras de sus opiniones para descalificarlo e insultarlo.


Tengo y tenemos, derecho a protestar cuando nos meten el dedo en el ojo. Aunque siempre habrá alguno que mantenga la idea de que se trata de una agresión de mi córnea a su pulgar. 

sábado, 24 de octubre de 2015

CORRECTÉTICA


Dice Karl Kraus, “Pintaba a los vivos como si llevaran dos días muertos. Cuando en cierta ocasión quiso pintar a un muerto, ya habían cerrado el ataúd.

Sin plan europeo, el paso se marca lento a la vez que torpe. El sufrimiento humano es administrado por una inútil clase política aburguesada, incapaz de tener una visión de futuro sobre una  Europa diferente. “El burgués no tolera nada que no se entienda dentro de casa”, cito de nuevo a Karl Kraus.
 
Tras las murallas de la “Fortaleza Europa”, como la bautizó el magnífico Rogelio López Cuenca, se gestiona con el miedo, el mayor generador de estupidez. Si lo único que se te ocurre es poner un muro entre el problema y tú, es que no tienes ni idea de cómo resolverlo. Política ética (¿…?), políticamente correcta, correctética. “Más ética – menos estética”,  leo en una postal creada por el artista Juan Gopar. Política maquillada, coloretes que engañan ocultando las mejillas de las verdaderas caras de las ineficacias de los Estados. Pintalabios capaces de dar color a palabras grises para vender respuestas improvisadas. Sombras de ojos para mantener en la penumbra la verdad oculta de los discursos correctéticos.


Hace casi un mes decidí hacer un experimento con este dibujo. Al terminarlo pensé que si lo publicaba pasado un tiempo podría comprobar si su mensaje era acertado. Si transcurrido un tiempo, desde su distancia con el hecho que lo provocó, la viñeta seguía vigente habría dado en la diana. Lamentablemente es así, correctéticamente se mantiene la misma lenta y caduca política europea.

miércoles, 14 de octubre de 2015

¡ VOTO !

Suena la pregonera de latón en todos los territorios del país. La cercanía de la cacería hace que se limpien las botas altas y se engrasen las piezas de las múltiples armas electorales. Ya quisieran algunos que acabáramos amarrados sobre el capó de una ranchera como presa exhibida, persuasiva. Ocurre en algunos países de este planeta. Pero, aquí más bien se trata de tiro al plato. Deportivamente se posicionan, estudian distancias y velocidades. Nos invocan, nos apuntan y nos disparan. Entrevistas, bailes, inauguraciones y visitas populares como ráfagas de ametralladora. Balas interesadas y ladridos de perros tras nosotros.


Como platos, como votos, en algún punto de nuestra trayectoria elíptica, es probable que nos acierten de lleno. Rompiéndonos en pequeños pedazos, otra vez. Si no es así, y no somos derribados, nos queda seguir y esperar no quebrar en la caída contra el suelo.