Para una mordida hace falta que intervengan
varios elementos que determinarán la dureza, tamaño, alcance y consecuencia de
la misma. A la vez que son indispensables varios actores. Obviamente, ha de
haber un mordedor y un mordido para existir tal mordida. El mordedor ha de poseer dentadura y su
tamaño nos dará una idea de su alcance, produciendo las inevitables
consecuencias sobre el mordido, o lo mordido.
Ahora bien, el arte de la mordida radica en su aparente
inexistencia. La buena mordida
arranca un trozo de un todo con la
clara intensión de que esta amputación pase desapercibida al contemplar ese todo. Que no se note.
Sin embargo si pudiéramos ver el corpus total de ese todo, observaríamos que las innumerables e incontroladas mordidas lo han transformado hasta tener
el aspecto de un lisiado maltratado. Esta vista de pájaro nos permite detectar
desde otra perspectiva el fracaso del acto de la mordida. Su detección revela su existencia.
¿Y qué pasa si ese todo es mordido en demasía hasta exterminarlo?
Pues se crean más mordidos.
¿Y qué pasa si la dentadura sufre
desperfectos o pierde algún colmillo?
Pues se va al dentista. Se
empasta y a seguir mordiendo.
Mordido,da. RAE. (Del part. de morder) 3. F. Am, Provecho o dinero obtenido de
un particular por un funcionario o empleado, con abuso de las atribuciones de
su cargo. 4. f. Am, fruto de
cohechos o sobornos.